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jueves, 25 de septiembre de 2008

İznik, la pequeña Roma de Asia

Si acudimos a Turquía en busca de los grandes monumentos, como los que podemos contemplar en ciudades como Estambul o a lo largo de la costa del Egeo, sin duda İznik no es nuestra ciudad. Pero si queremos huir del típico circuito turístico, o si símplemente tenemos tiempo para hacer una pequeña escapada y conocer los pequeños rincones de historia que esconde Turquía, posiblemente İznik sea el lugar que andamos buscando.
Localizada en medio de la ruta que atravesando Estambul une Europa con Asia, los orígenes de İznik se remontan hasta 2.500 años antes de Cristo. No fue hasta el siglo IV antes de nuestra era en que recibió el nombre con que históricamente se ha conocido siempre a İznik, Nicea, cuando uno de los generales de Alejandro Magno, Lisímaco, la llamó así en honor a su esposa Nike. De manos griegas y macedonias pasó a formar parte del Imperio Romano, y más tarde de Bizancio tras la división del imperio y la caída de Roma. Nicea cobra sin embargo su importancia en el año 325 de nuestra era, cuando Constantino, primer emperador romano cristiano, convocó en la ciudad el primer concilio ecuménico de la cristiandad; de aquí salió el llamado “Credo de Nicea”, que fijó por primera vez en la historia una doctrina común para todos los cristianos y estableció como válidos los cuatro evangelios conocidos de Lucas, Juan, Marcos y Mateo, calificando al resto de falsos o “apócrifos”. Más tarde durante el siglo XIII Nicea sería temporalmente la capital del Imperio Bizantino tras el saqueo de Constantinopla por parte de los cruzados en 1204. Tras la captura de la ciudad por los otomanos comandados por Orhan Gazi en 1331, la antigua Nicea se convertiría en un centro cultural, comercial y artístico. La ciudad pasaría a llamarse İznik, que se deriva de “Eis Nik”, nombre con que los bizantinos se referían a la ciudad derivado de la expresión “Eis Ten Nikaieon” (“Ir a Nicea”, en griego), de forma muy similar a como la antigua Constantinopla acabaría llamándose İstanbul.
Para llegar a İznik exísten líneas regulares de autobús desde varias ciudades, principalmente Bursa y Estambul. Si decidimos emprender viaje desde Bursa, un minibús comunica aproximadamente cada media hora Bursa e İznik empleando una hora en el trayecto; en el caso de partir desde Estambul, el viaje durará algo más de cuatro horas. Una vez llegados a las proximidades del Lago İznik, el hecho de que la ciudad de la que recibe el nombre se encuentre en uno de sus extremos nos brinda la oportunidad de recorrerlo a lo largo de su orilla, disfrutando de sus vistas. En él veremos a pescadores y aves acuáticas compartiendo por igual las aguas del lago, mientras en la orilla los juncales y abedules ceden pronto el paso a los olivos que cubren toda la región hasta llegar a las faldas de las montañas que rodean al lago, brindando el conjunto al viajero ocasional una postal natural de un verdor y una belleza únicos.
Aun siendo la primera vez que acudamos, es fácil percatarse de cuando uno entra en İznik porque ya desde lejos pueden apreciarse a la perfección las murallas de la ciudad, construidas y reconstruidas varias veces desde la época griega hasta tiempos bizantinos, y que en conjunto alcanzan una longitud de cinco kilómetros. Sorprende ver como en términos generales la ciudad se mantiene aún hoy en día dentro de los límites marcados por las murallas, que si bien seguramente podrían merecer una restauración, puede decirse que forman un conjunto impresionante tanto por su longitud como por su estado de conservación, rodeando todo el perímetro de la ciudad prácticamente sin más interrupciones que las de las cuatro puertas originales existentes. Dependiendo de nuestra ciudad de partida entraremos a la ciudad por la puerta de Yenişehir o la de İstanbul; tanto si nos bajamos en la estación de autobuses (Otogar) como si lo hacemos en una parada anterior, nuestro punto de partida será la plaza central de İznik, que sirve de cruce de caminos para las dos vías principales que dividen la ciudad orientadas a los puntos cardinales, siguiendo el esquema original con que se construyó la ciudad ya desde tiempos helenísticos. Allí mismo encontraremos una oficina de información turística donde podremos hacernos con información sobre la ciudad y un pequeño plano que nos servirá para orientarnos. Enseguida comprobaremos que aquí las distancias son cortas y que recorrer toda la ciudad no será más que un agradable paseo.
Uno de los aspectos que puede sorprendernos un poco de İznik es la abundancia que encontraremos de bicicletas y motocicletas (al menos en relación a lo que suele ser habitual en otras ciudades de Turquía), que los habitantes de İznik prefieren quizás por el pequeño tamaño de la ciudad y la abundancia de restos arqueológicos, lo que puede llegar a dificultar el uso del coche en ciertas zonas. No nos resultará por ello extraño contemplar la estampa de unos motoristas atravesando alguna de las puertas de la ciudad o recorriendo la zona de las murallas, por lo que si echamos mano de un poco de imaginación y hemos estado en Roma, no nos será difícil pensar por un instante que hemos regresado a la Ciudad Eterna. No en vano, además, İznik fue por un tiempo la capital del Imperio Bizantino, que a ojos de sus propios súbditos era lo que quedaba realmente de la antigua Roma.
Justo en frente de la oficina de información se encuentra la iglesia de Ayasofya. Actualmente en proceso de restauración para devolverle su estructura original, albergó un importante concilio ecuménico en el siglo VIII. Construida por el emperador Justiniano sobre las ruinas de una iglesia más antigua, tras la conquista otomana de la ciudad a mediados del siglo XIV la iglesia fue convertida en mezquita, y se le agregó el pequeño minarete que tiene en la entrada. En su interior pueden contemplarse mosaicos y frescos que datan de época bizantina; convertida en la actualidad en museo, abre todos los días hasta las 17:00 horas, excepto los lunes.
Si saliendo de Ayasofya tomamos la calle que sale en paralelo a la iglesia en dirección este (Lefke Kapısı Caddesi), accederemos a una de las calles más bonitas y comerciales de İznik, donde podremos disfrutar de un agradable paseo mientras recorremos tiendas de todo tipo, en las que podemos aprovechar para adquirir alguna de las maravillas de la artesanía cerámica de İznik -de fama bien merecida desde tiempos otomanos- a precios nada desorbitados. Si la cerámica no nos convence, İznik tiene también fama por sus bordados en seda y otros trabajos de artesanía -quizás menos conocidos por el público foráneo- que quizás merezcan la pena que les echemos un vistazo. A mitad de camino podemos tomar un pequeño desvío a la derecha para hacer una visita a la Madrasa de Süleyman Paşa, en muy buen estado de conservación y una de las más antiguas de la ciudad. Construida a mediados del siglo XIV por Süleyman, hijo de Orhan Gazi, cuenta con 11 estancias en las que se estudiaba el Corán.
Regesamos a nuestra ruta anterior y continuamos en dirección al final de la calle; en el recorrido nos encontraremos con varias tumbas famosas bien señaladas, de las que en İznik hay docenas, algunas de ellas de gran belleza. Al llegar al final de la calle nos topamos con la Puerta de Lefke, una de las más espectaculares de todo el recinto amurallado tanto por su estado de conservación como por la multitud de restos de época romana y bizantina que hallamos en ella, desde inscripciones hechas en lengua griega hasta relieves tallados con figuras humanas. Para atravesarla tenemos que bajar una escalinata hasta el nivel original de la ciudad, situado unos 3 metros por debajo del actual; al otro lado nos encontraremos con un pequeño acueducto que partiendo de la muralla se extiende a lo lejos, además de numerosas tumbas que datan ya de la época musulmana, dispersas por toda la zona. Desde aquí, regresando al lado opuesto de la Puerta de Lefke, podemos admirar una magnífica perspectiva de la extensión de las murallas de İznik, siendo quizás este un buen punto para iniciar un pequeño recorrido por las mismas y contemplar la sucesión de torres defensivas que la recorren. Si bien originalmente datan de la época helenística, su arquitectura actual es de época romana y bizantina, ya que fueron ampliamente reformadas y reforzadas en el siglo VIII como parte de los trabajos defensivos contra los ataques de los árabes.
Terminada la visita a las murallas, partimos de nuevo de la Puerta de Lefke para regresar de nuevo por la calle que recorrimos anteriormente, donde nos toparemos al poco con la Mezquita Verde (Yeşil Camii), fácilmente reconocible por los colores turquesa de los mosaicos en zig-zag que decoran su hermoso y único minarete, característico de los inicios del arte otomano. Construida a finales del siglo XIV, es una de las más bellas de su época y se ha convertido en uno de los principales símbolos de İznik. Desde los bonitos jardines que rodean a la mezquita podemos divisar, justo en frente, el Nilüfer Hatun İmareti; es decir, el antiguo comedor para pobres que el Sultán Murat I ordenó construir a finales del siglo XIV en honor a su madre, Nilüfer Hatun. En él se continuó sirviendo comida a los más desfavorecidos -y a los estudiantes de las madrasas- hasta finales del siglo XIX. Destruido en su mayor parte durante la ocupación griega en el transcurso de la Guerra de la Independencia Turca, fue restaurado en 1960 y hoy día alberga el Museo de İznik, donde se exponen diversos hallazgos arqueológicos descubiertos en la ciudad y sus alrededores, incluyendo griegos, romanos, bizantinos y otomanos, además de algunos restos prehistóricos. Capiteles, sarcófagos, relieves, estelas e inscripciones, cerámica, monedas, joyas, utensilios, manuscritos, y un largo etcétera conforman el patrimonio al que da cabida este museo, y que bien merece la pena una visita. Recordar nuevamente que, como suele ser habitual en Turquía, los museos abren todos los días hasta las cinco de la tarde, salvo los lunes.
Una vez visto el Museo de İznik, podemos salir por detrás del mismo en dirección suroeste de nuevo hacia la Iglesia de Ayasofya, pudiendo pasar antes por alguna de las mezquitas que jalonan el camino, como la de Eşref-i Rumi, poeta turco del siglo XV, que aloja en su costado la tumba del erudito que le da nombre. Llegados nuevamente al cruce de caminos frente al que se encuentra Ayasofya, podemos aprovechar para comer o beber algo en alguno de los restaurantes que se encuentran a lo largo de la calle principal (Atatürk Caddesi); no obstante, si queremos comer algo realmente típico de la zona o si simplemente queremos contemplar una bella estampa, recomiendo tomar la calle que sale de la plaza central en dirección oeste, pasando por la comisaría de policía, en dirección a la Puerta del Lago (Göl Kapı). Es un paseo corto de no más de diez minutos, y la recompensa merece la pena. Llegados a esta puerta comprobaremos que de las cuatro principales que atraviesan las murallas de la ciudad esta es sin duda alguna la que peor conservada está, ya que a penas se distingue la base y un par de columnas que señalaban los límites de la misma; es aquí también donde en peor estado de conservación se encuentran las murallas, quizás porque el lago las hizo innecesarias o simplemente porque han cedido el terreno a alguna de las villas que se encuentran en la zona. No obstante, la razón para venir hasta aquí se encuentra un poco más adelante, justo en frente: la orilla del lago İznik, desde la que podemos admirar toda la belleza del que es el 5º lago natural más grande de Turquía. Para degustar algún plato típico -de pescado, por ejemplo- en alguno de los restaurantes de todo tipo que se encuentran en el área, para dar un agradable paseo por sus orillas, o simplemente para contemplar alguna de las espectaculares puestas de sol con que suele obsequiar este hermoso lago, sin duda alguna uno no puede decir que conoce İznik si no ha contemplado en silencio, al menos durante unos minutos, su precioso lago. Ojo, porque si vamos fuera de la época estival convendrá acudir un poco abrigado.
Tras pasear por las orillas del Lago İznik podemos comenzar la última etapa de nuestro recorrido por la ciudad dirigiéndonos de nuevo en dirección este, pero esta vez desviándonos un poco para hacer una breve visita al teatro romano que el mismísimo emperador Trajano -de origen hispano- ordenó construir hacia el 112 d.C. Caido en desuso con el tiempo, su estado de conservación no es muy bueno debido a que durante el siglo VIII fue usado como cantera por los bizantinos para la ampliación de las murallas de la ciudad, y más tarde durante la Edad Media como cementerio. Desde allí seguimos en dirección sureste pasando por los restos de la iglesia bizantina de Hagios Tryphonos, del siglo XII, y emprendemos nuestro camino hacia la estación de autobuses de İznik (Otogar). No obstante, antes de embarcarnos en nuestro autobús de regreso podemos visitar algunos lugares de interés muy próximos a la estación, como la Casa de Yakup Çelebi, construida en el siglo XIV por el derviche que le da nombre, o los restos de la iglesia bizantina de Koimesis, originaria del siglo VIII; muy próximo a esta última se encuentra también un baptisterio bizantino (Böcek Ayazması), cubierto por una cúpula, que se cree formó parte junto con la iglesia de Koimesis del Monasterio de Hyakinthos, un obispo bizantino del siglo VIII.
Hasta aquí llega nuestra visita a İznik, que en total no habrá durado más de 4-5 horas. Dejamos no obstante muchas cosas por ver en İznik en este recorrido, que ha querido sacarle el máximo partido al tiempo limitado del que dispone el viajero habitual. De cuánto tiempo podamos dedicarle dependerá el que podamos descubrir todos -o casi todos- los rincones que oculta esta pequeña joya de la antigüedad abrazada por sus murallas y bañada en su lago. Quizás el encanto de İznik sea precisamente ese, la sensación de irnos dejando un regusto amargo por no haber tenido más tiempo para disfrutar de ella. Quizás İznik -o Nicea- quiera que nos vayamos deseando volver a visitarla. Ella estará esperándonos, como ha esperado siempre, desde hace 4.500 años.
Cómo llegar:
En autobús desde Bursa o Estambul (İznik Seyahat tiene autobuses directos desde Estambul-Otogar).
Dónde alojarse:
Si queremos hospedarnos en la zona, hay algún hotel en İznik (Hotel Aydın, tlf. 0224 757 76 50), pero lo mejor es alojarnos en la cercana Bursa: Hotel Almira (http://www.almira.com.tr/), Hotel Kervansaray (www.kervansarayhotels.com/bursa), Hotel Kırcı (http://www.kircihotel.com/).
Qué ver:
Imprescindible visitar la iglesia de Ayasofya, la Mezquita Verde (Yeşil Camii), el Museo de İznik, alguna de las puertas de la ciudad (Lefke Kapı e İstanbul Kapı son las mejor conservadas), y admirar la extensión de las murallas. No dedicar -al menos- media hora de nuestro tiempo para contemplar el Lago İznik resultaría imperdonable.

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